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12 octubre 2014

Parte 8



Francesca me había felicitado por el relato de Barbie y Ken, y me había confesado que ella también solía rejuntar los cuerpos de los muñecos. Me reveló que se había sentido terriblemente decepcionada al descubrir la entrepierna de Ken, y que a raíz de ello nunca se había sentido atraída por los guaperas. Ese comentario hizo que me sintiera  halagado.
Con una sonrisa lerda pasé por delante del despacho de mi jefe y vi que Margarita estaba limpiando su escritorio mientras él estaba absorto en su generoso escote. Enseguida pensé en la esposa de mi jefe. Recordé que yo era el único que conocía su aventura con los tres mosqueteros del placer. Así que me iba a dar el gusto de reírme un poco.
—¿Molesto? —pregunté más irónico de lo que pretendía.
—Pasa, pasa —contestó mi jefe mientras Margarita se retiró hacia las estanterías.
—Hace tiempo que no me das tu opinión sobre mis artículos y quería preguntarte. —Pensé en sentarme, pero no tenía intención de quedarme mucho tiempo.
—Bueno, como ahora es Francesca la que da el visto bueno… No es cosa mía.
Traté de poner cara de póker y no dejarme distraer por sus conflictos internos.
—Pero los habrás leído…
Asintió.
—¿Y qué te parecen? No sé, por ejemplo el de la mujer y los tres jugadores de billar.
—A mí me gustó —intervino Margarita con una sonrisa de oreja a oreja.
La miramos durante unos segundos y creo que ambos pensamos en que a ella le encantaría experimentar la escena ahí mismo. Pero recordé que mi jefe gemía como un jabalí y deseché la idea.
—Me gustó. No creo que sea real, pero me gustó. Una mujer que parece tan pulcra no es capaz de una aventura así. Tal vez en sus sueños…
No pude evitar sonreír.
—Te puedo asegurar que es muy real, y lo mejor de todo es que su marido seguirá tan contento con su vida sin saber que es un cornudo.
Margarita se rió, y mi jefe se limitó a sonreír mientras nos aguantamos la mirada.
—Voy a seguir. —Salí de aquel despacho con la sensación de haberme vengado al menos un poquito en nombre de “Beatriz”.



HISTORIAS HÚMEDAS
YO SOY INFIEL Y LO SABES MUY BIEN